Hoy quiero hablar con las piedras.
26 – 04 - 2021
Quiero hablar con vosotras,
pero no sé cómo hacerlo, ya se me olvidó el
idioma,
ya no recuerdo aquel gesto que iluminó mi
conciencia
para compartir la vuestra.
Es que yo ya soy muy viejo y vosotras, ay,
por vosotras aún no ha pasado el tiempo,
y son muchos los secretos, los momentos
que dibujé en vuestra piel de humildes cantos
rodados,
que os conté una y mil veces, dejando
en cada recuento una lágrima,
mientras el sol se escondía,
la penumbra me inundaba
y se escuchaba en silencio
el canto alegre de los anónimos grillos.
En vuestra piel mineral yo escribí,
con la daga del dolor que mi herida me dejó,
la historia nunca contada de desaire y desamor,
de miradas evitadas y de otras que,
en su presurosa huida,
como una estrella fugaz que rasga la noche
oscura,
rasgaron mi alma,
y en las más puras entrañas hendieron la
puñalada.
Hoy os veo en el recuerdo,
y en vuestra piel mineral de anónimos cantos
rodados,
sigo leyendo las muescas que yo dejé,
copia de las costuras que en mi alma se
quedaron.
Hoy han pasado los años.
Vosotros, cantos rodados; vosotras,
huellas que os perdisteis entre el polvo del
olvido,
sois testigos de los susurros amargos
con que cantaba mi sino.
Pero oh milagro,
un ángel voló a mi lado y me olvidé del camino,
de los trinos de los grillos
y del susurro inaudible de una alondra que,
rauda,
buscaba al fin del ocaso el reposo de su nido.
Yo ya soy viejo y al fin, ha llegado mi
descanso,
ya no sangran mis heridas, y en vuestra piel
mineral
no se distinguen las penas,
no se distinguen los años,
ya se terminan las fechas del antiguo
calendario
que yo grabé en vuestra piel
mientras salía la luna y los cantos de los
grillos
inundaban mi silencio.
Francisco Murcia Periáñez.
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