sábado, 22 de mayo de 2021

El último no


 







El último no

22 – 05 - 2021

Hay dentro de mí una penumbra donde se esconde la sombra de una sospecha, un algo impreciso que se ha quedado ahí, modelado por los restos que dejaron los gritos que nunca tuvieron eco, umbrías del silencio donde me cobijé, ¿por cobardía?, puede ser, o tal vez fue porque sin darnos cuenta habíamos comenzado a usar idiomas distintos, idiomas en los que no solamente las palabras no eran las mismas, sino que las mismas palabras significaban cosas distintas. Y fue pasando el tiempo contemplando amaneceres en un desierto de sueños, prolongando los ocasos que aún quedaban en el recuerdo. Y la noche, ¿o debiera decir la ausencia de noche? porque la vigilia se hizo permanente en una constante espera de una improbabilidad que ya era, desde hacía tiempo, la constatación de una verdad manifiesta: no habría gestos porque los muertos de la noche no se mueven, simplemente esperan el día para seguir engañándose con la ilusión de estar vivos.

De pronto escuchas el último no, ese monosílabo que tantas veces, a modo de portazo, cerró todos los caminos. Un no que surge de los abismos, ígneo, abrasador, vómito de lava que firma en el paisaje ya desolado la rúbrica del fin. Todo arde alrededor. De pronto desaparecen todos aquellos momentos vividos como eternos, el fulgor donde brillaron los sueños se apagó y la oscuridad reina en nuestro universo; hace mucho que sus dedos no escriben en la palma de mi mano ni los míos buscan las sombrías alamedas donde trenzaban caprichos. Hace mucho que un “tequiero” ha perdido su encanto y ahora sonaría distinto, como si de otra lengua se tratara porque, con las mismas sílabas, señalan polos opuestos. Todo convertido en humo cuando el último ¡nooo! surge de los abismos de la desesperación.

Y se acabó. Quien se queda, permanece mirando al frente buscando un horizonte perdido; quien se marcha, hiende su huella en un camino que no sabe dónde va. En medio, el dolor, las cenizas de algo que en su día fue un fuego, las rosas muertas hace tiempo en el jarrón y los hijos, espectadores involuntarios del derribo, sienten como su mundo salta hecho pedazos. Y no lo entienden, no tienen por qué entenderlo, son cosas de los mayores, unos mayores que, de pronto, han dejado de ser dioses protectores para convertirse en feos ídolos de barro.

Francisco Murcia.


 

viernes, 21 de mayo de 2021

Cómo duele la nostalgia

 









Cómo duele la nostalgia.

17 – 05 - 2021

 

Ah, cómo desborda el río de la nostalgia

las orillas de mi alma,

como fluyen sus aguas

entre oscuros meandros

que escriben epitafios del olvido.

 

Surgen de las profundidades de las ondas

apagados ecos lejanos que siembran esperanzas,

como fugaces amapolas cuyos pétalos

aventa la brisa cuando el otoño se acerca.

 

Cabalgan los olvidos

dejando en su honda huella vacía,

rastro de tiempos pasados,

fósiles de besos en piedra grabados.

 

Ah, cómo duele la nostalgia

cuando el invierno se acerca

y se pierde la memoria

de primaveras pasadas.

 

Francisco Murcia.

 

sábado, 8 de mayo de 2021

Hoy quiero hablar con las piedras

 

              


Hoy quiero hablar con las piedras.

26 – 04 - 2021

 

Quiero hablar con vosotras,

pero no sé cómo hacerlo, ya se me olvidó el idioma,

ya no recuerdo aquel gesto que iluminó mi conciencia

para compartir la vuestra.

 

Es que yo ya soy muy viejo y vosotras, ay,

por vosotras aún no ha pasado el tiempo,

y son muchos los secretos, los momentos

que dibujé en vuestra piel de humildes cantos rodados,

que os conté una y mil veces, dejando

en cada recuento una lágrima,

mientras el sol se escondía,

la penumbra me inundaba

y se escuchaba en silencio

el canto alegre de los anónimos grillos.

 

En vuestra piel mineral yo escribí,

con la daga del dolor que mi herida me dejó,

la historia nunca contada de desaire y desamor,

de miradas evitadas y de otras que,

en su presurosa huida,

como una estrella fugaz que rasga la noche oscura,

rasgaron mi alma,

y en las más puras entrañas hendieron la puñalada.

 

Hoy os veo en el recuerdo,

y en vuestra piel mineral de anónimos cantos rodados,

sigo leyendo las muescas que yo dejé,

copia de las costuras que en mi alma se quedaron.

Hoy han pasado los años.

Vosotros, cantos rodados; vosotras,

huellas que os perdisteis entre el polvo del olvido,

sois testigos de los susurros amargos

con que cantaba mi sino.

 

Pero oh milagro,

un ángel voló a mi lado y me olvidé del camino,

de los trinos de los grillos

y del susurro inaudible de una alondra que, rauda,

buscaba al fin del ocaso el reposo de su nido.

Yo ya soy viejo y al fin, ha llegado mi descanso,

ya no sangran mis heridas, y en vuestra piel mineral

no se distinguen las penas,

no se distinguen los años,

ya se terminan las fechas del antiguo calendario  

que yo grabé en vuestra piel

mientras salía la luna y los cantos de los grillos

inundaban mi silencio.

 

Francisco Murcia Periáñez.

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...