
Mi navidad de niño
6
– 12 - 2019
Calientan
con sus gritos la gélida brisa de invierno.
Los
pies casi descalzos, apenas una sandalias,
dos
calcetines raídos y un pantalón remendado mil veces,
sabañones
en los pies, sabañones en las manos,
y
sin embargo, una sonrisa en los labios,
y
unos ojos juguetones desafiando al invierno.
Tú
tienes que perseguirme, porque yo soy el ladrón.
Yo
quiero ser el ladrón, no quiero ser policía.
Rápidos
como el viento cruzan las calles y plazas
y
se ocultan ateridos en un rincón escondido.
Son
días de Navidad y no hay que ir a la escuela,
no
hay que rezar el rosario con las rodíllas
hincadas
en ese suelo de tierra,
ya
no te dan con la vara en la punta de los dedos
por
no saber la lección.
Lánguidas
lenguas de fuego
calientan
unos pucheros con cuatro papas y un huevo,
lo
del huevo cuando es fiesta, porque si es día de diario,
viudas
las papas se quedan.
Pero
hoy es Nochebuena y mañana es Navidad,
y
los mayores entonan:
“Saca
la bota, María, que me voy emborrachar”
Y
nosotros, los pequeños,
pegaditos
junto al fuego,
olemos
la pepitoria que ha preparado mamá,
porque
hoy es Navidad,
y
aunque sea por un día,
hoy
no hay papas en la mesa,
hay
sopa sabrosa de caldo y gallina en pepitoria.
Yo
todavía soy niño y creo en los Reyes Magos,
y
quisiera ser muy malo
y
que trajeran carbón, mucho carbón,
para
calentar los pies, para calentar las manos,
aunque
me duelan y piquen los malditos sabañones.
Solo
quiero el calor de esa llamita de hogar
donde
hierve ese puchero,
un
“tequiero” de mamá,
y
recorrer todo el pueblo siendo en mi juego el ladrón,
y
que me busque mi amigo que hace de cancerbero.
Francisco
Murcia.