
A la orilla
del tiempo
27 – 09 - 2018
Estoy a la orilla de algo,
no sé si ese algo es un principio
o es un algo que anuncia una despedida.
No lo sé,
estoy confuso.
Miro hacia atrás y veo
un mundo que se va hundiendo poco a poco
en las simas del olvido,
y si miro hacia delante,
ya no veo un horizonte,
cielo y tierra se confunden
y se abrazan,
y me llaman.
Escucho en la brisa sus ecos,
y busco en las ondas la promesa de unos besos
dibujados en el aire,
trato de descifrar los besos de bienvenida
de aquellos otros
que en la vida anuncian la partida inevitable.
Desde la orilla del tiempo,
contemplo el mundo
y me parece estridente su alocada algarabía,
y me parece terrible su dolor y su desdicha.
Aquí,
sentado a la orilla del tiempo,
veo la eterna corriente vigorosa del pasado,
cuando eran años los días,
cuando los días
demoraban sus ocasos entre penumbras de ensueño.
¡Oh, qué cruel es el tiempo!
Ahora que estoy parado,
repasando los despojos a su orilla,
veo pasar esos años
como si fueran los días que nos niegan los ocasos.
Yo ya no cuento las horas,
mi reloj se ha vuelto loco
y ha perdido los minutos.
No, yo ya no cuento mi tiempo,
mi tiempo no está conmigo,
solo estoy en sus orillas esperando,
pero no sé por qué espero.
Los aromas de esperanza
me dicen que hay un principio,
los recuerdos del pasado
me susurran el final.
Y mientras tanto las ondas,
de tarde en tarde
me traen los reflejos del los sueños
que son inmunes al tiempo.
Francisco Murcia.