lunes, 27 de mayo de 2019

No puedo ser


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No pudo ser
23 – 05 - 2019

Me hubiera gustado que te quedaras conmigo,
si lo hubieras hecho,
yo no habría mirado a otro lado,
no habría cerrado mis ojos a tus encantos,
no habría deseado los silencios
entre sombras de recuerdos,
no habría echado sobre mis sueños la oscuridad
de largas noches de insomnio,
no habría… en fin,
no habría deseado los abismos de una noche sin aurora.

Si te hubieras quedado conmigo,
hubieran florecido los jardines de mis sueños,
y cada mañana hubiera sido un comienzo,
el albor de una sonrisa,
el candor de una mirada,
la delicia de tu cuerpo desperezándose,
mientras rompen la penumbras los mensajeros del sol.

Si te hubieras quedado conmigo,
te hubiera mostrado el infinito universo que me anima
cuando te miro a los ojos,
te habría paseado por el jardín de mis sueños,
habría escrito en tu piel la dulce delicia de un beso
eterno, constante, tan profundo y tan sincero
que ya no habría más días en mi vida
sin el tacto de tu piel ni el aroma de tu cuerpo.

Me hubiera gustado que te quedaras conmigo
para contar los ocasos,
para trenzar arcoíris con las nubes
y construir ilusiones;
para contar madrugadas
y encerrar en un poema todos los síes
que se quedaron perdidos,
mientras el tiempo escribe en nuestra piel
los edictos indelebles que marcan nuestro destino.

Después del último ocaso,
cuando ya no hay madrugada,
quedan los sueños forjados que cruzarán los vacíos
llevando en una burbuja los besos que dibujamos
cuando tú estabas conmigo.

Me hubiera gustado que te quedaras conmigo.
No pudo ser.
Pero soy de los tiempos peregrino y espero encontrarte
en ese lugar donde dicen que no hay nada,
que ya nada nos espera
porque todo ha terminado.

Pero yo sé que sí hay algo,
pues el amor infinito necesita de ese espacio
donde el tiempo no termina,
donde el recuerdo de un beso rubrica mi amor eterno.


Francisco Murcia. 

martes, 21 de mayo de 2019

Loco azar


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Loco azar.
15 – 05 - 2019

¿Qué es esto?
Me pregunté cuando el azar,
en su loco devenir,
se situó frente a mí, en el mismo banco.
Podía ver el color de sus ojos
y oler la fragancia de su cuerpo.

¿Qué me has hecho?
Le pregunté a ese azar mientras,
embelesado,
recorría las blondas de sus cabellos
más bien imaginados.

Loco azar eres
que no comprendes que estoy fuera de juego
y que tengo mi alma hundida
en el fango de secretos escondidos.

Por qué vienes, azar, a mi,
vistiendo mis escondidos deseos.
Bien sé que eres como esa veleta
que apunta donde le indican los vientos;
bien sé que,
sentado en este banco,
mientras contemplo tus ojos,
escribo con mi mirada en tu piel,
mis más ansiados anhelos.

Pero… ¿qué es esto?
¿A qué vienes a mí ahora?
¿No ves que ya no es mi tiempo?
¿Acaso te estás burlando?
¿O eres de esos acasos que se alimentan de abrazos
mientras te roban un beso?

Pero ¿sabes qué te digo?
Que eres sólo un momento,
una pizca de lo eterno,
un instante fulgurante de mi propia eternidad.

Por eso te digo, azar,
que te sientes a mi lado,
que me dejes ver tus ojos y degustar tus aromas,
que sea bendito
ese loco devenir que te ha traído hasta mí.

Toma mi mano
y escribe en ella la dirección de los vientos,
así sabré dónde vas,
y tal vez algún día,
le preguntaré a la brisa dónde te puedo esperar.



Francisco Murcia 

miércoles, 15 de mayo de 2019

Y la felicidad ¿dónde está?

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Y la felicidad, ¿dónde está?
15 – 05 - 2019

Pasada ampliamente la media noche, cuando ya la alborada hiere la oscuridad con sus primeras penumbras, en la serenidad de una calle desierta que filtra sus sombras a través de mi ventana, sentado al ordenador ante esta página en blanco que me urge, que me llama con insistencia, siento un río de lágrimas que no encuentra la fuente donde derramar todo ese pesar que transmiten las notas de El pianista, toda la grandeza y la ignominia del ser humano. Cada nota penetra en mí como un cincel que modela los paisajes de mi dolor. Dolor por una humanidad que construye un universo de infinita belleza sobre los abismos de las oscuridades más profundas. ¡Dios mío! cada nota es un lamento, cada nota una lágrima, cada nota una caricia, cada nota una promesa de que algún día saldrá el sol, y brillarán esas rosas que la maldad aplastó.

Escucho las notas y veo látigos y rosas, arteras sonrisas de muerte y lágrimas de perdón, veo los llantos de un niño y las entrañas de una madre cruelmente rasgadas. ¡Dios mío!, veo rapadas cabezas y costillas descarnadas, ojos desorbitados que no miran a ninguna parte. Las notas siguen cayendo, estoy sólo en la noche y la penumbra de la calle apenas deja ver un rostro que, sin duda, está llorando. Llueven las notas en mis oídos y siento su humedad en mi alma. Y me pregunto por qué. No lo entiendo. No entiendo el llanto de un niño, no entiendo los gritos de una madre, no entiendo la maldad; no la entiendo. No entiendo esa resignación que nos dice ¡así es la vida!, como una maldición inevitable. No, así no es la vida, la vida es como nos la hacemos unos a otros. El pianista construyó ese rosario de notas, semillas de las flores del jardín que plantó en el alma; el verdugo construyó el hacha, los campos de tinieblas y el fuego que consume las entrañas. El pianista y el verdugo, el día y la noche, el dolor y el sufrimiento. ¿Y la felicidad, dónde está?


Francisco Murcia. 

domingo, 12 de mayo de 2019

Pero sólo es una nube

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Pero sólo es una nube.
12 – 05 – 2018

Tú esperas de una nube la sombra
que mitigue los rigores de los fuegos que te abrasan.
Tú esperas de una nube el agua
que riegue la semilla que llevas en el alma.
Tú esperas de una nube errante que se cruzó en tu cielo
un relámpago de luz ,
un trueno que despierte los anhelos ya dormidos,
ya olvidados,
que agonizan en tu abismo.
Tú esperas de una nube
la realidad de un sueño.

Pero sólo es una nube que no sabe dónde va,
solo juega con los vientos donde los vientos la lleven
y trastea, inocente,
entre azares vagabundos que ya no encuentran camino.
Tú esperas de una nube
las gotas de ese rocío que brille en tus madrugadas.

Pero una nube es sólo eso,
una nube
que se disuelve en el cielo
cuando los rayos de sol escriben el fin de un sueño.


Francisco Murcia.

lunes, 6 de mayo de 2019

Soñaba

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Soñaba
4 – 05 - 2019

Soñaba,
era niño y soñaba en las noches oscuras y frías.
Cerraba los ojos
para huir de los monstruos que emergían de las sombras.
Fuera, el viento zumbaba,
estaba enfadado conmigo y me daba miedo.
Pensaba en Caperucita,
en el bosque,
y quería protegerla.
El viento zumbaba y el lobo andaba cerca.

Entre quejidos de pajas secas,
aletargadas en el tiempo,
acurrucado,
como un feto que no quisiera nacer,
me sorprendía el sueño huyendo,
siempre huyendo de una sombra.
Soñaba,
era un niño y soñaba en frías noches de invierno.

Y sueño,
sueño que pasaron muchos años,
y aquellos ojos que brillaban en la sombra,
relámpagos de temerosos abismos,
aún me miran,
aún hienden sus afiladas pupilas en mi carne
apergaminada,
y su furia
evapora el candor de esas lágrimas de niño
que siguen manando de unas cuencas hundidas
por el peso de los años,
o tal vez sea por el peso de los silencios.

Recuerdo que un día brillaron mis ojos,
recuerdo que vieron mariposas tejiendo un arco iris,
escribiendo en el azul el verde de una esperanza
y el rosa de algo que a mi me pareció,
sí, me pareció que era amor.
Pero sólo fue apariencia,
la ilusión de un acaso inesperado,
el paisaje de un otoño escribiéndome un adiós
entre pétalos errantes de capullos ya deshechos.

Soñaba,
era niño y soñaba.
Nunca dejé de soñar,
porque sólo entre los sueños pude vencer a las sombras.

Francisco Murcia.

viernes, 3 de mayo de 2019

¿Has encontrado la felicidad?

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¿Has encontrado la felicidad?
3 – 05 - 2019

Si alguien me preguntara si he encontrado la felicidad a lo largo de mi vida, le diría que la he visto, la he tenido a mi lado, la he acariciado incluso. Ella, la felicidad, me ha observado, creo que con curiosidad, debió de ser así porque me observó durante mucho tiempo y aún llegó a susurrarme algo al oído, aunque nunca supe muy bien el qué, tampoco importaba mucho porque sonó tan bien, que el tiempo pasó sin darme cuenta; tan absorto estaba tratando de discernir entre la realidad y el sueño. Ahora, que estoy despierto, sé que pasó a mi lado, que se paró, me saludó, se quedó a charlar conmigo en el dintel de mi existencia y me regaló un trozo de eternidad con la misma naturalidad con la que el ruiseñor adorna la mañana con sus trinos.
Si alguien me preguntara si he encontrado la felicidad, le diría que ella se sentó a mi lado, que escribió un sonrisa a pie de página y al despedirse, me dejó dos pétalos con los que marcar las páginas que aún quedaban por pasar.

Francisco Murcia.


miércoles, 1 de mayo de 2019

En las sombras de la noche

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En las sombras de la noche.
26 – 04 - 2019

Desnudo el campo, es desierto,
desnudo el árbol de sus ramas,
de sus hojas,
es la muerte,
desnudo el cielo de las nubes,
es infierno cuando el sol,
ausente del consejo de la luna,
derrama sus furores sobre arenas,
vestigios ya vencidos de rocas orgullosas.

Desnuda mi alma,
es un vacío de ecos y susurros,
es la fuente de donde emana la nada,
es la nada misma
que hunde su oscuridad en mi.

Ya no hay mundo,
ni siquiera hay universo.
Sin luna y sin estrellas deambula la noche
por los intersticios de una eternidad perdida,
mientras mi alma,
desnuda de luces y harta de fatigas,
desparrama las hojas muertas
en las negras simas de la noche.


Francisco Murcia. 

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...