Ha amanecido con un sol espléndido. Los buenos sentimientos, comienzan a moverse por mis entretelas y vienen a mi mente aquellas palomas que me ceden el paso, los jardineros ya se atarean y las gomas de riego, como delgadísimas y larguísimas lombrices, cruzan la calzada de jardinera en jardinera. Ellas, las jardineras, parecen agradecer lo que les espera. Primer contacto con la vida, primeras muestras de empatía, primeras miradas cuyo mensaje no va más alla de unos BUENOS DÍAS bien intencionados. Después de todo, todos hemos dejado nuestras frustraciones, ilusiones o infantiles sueños de otros tiempo bostezando en una almohada que a veces amanece húmeda y otras, por el contrario, demasiado seca. ¿Qué importa? Polifemo comienza a alzarse, las nubes, respetuosas, se retiran y él toma los mandos de las rutas del cielo. Nosotros estamos demasiado abajo, tanto que, sin darnos cuenta, nos contaminamos de ese miasma del que huye la naturaleza y del que se alimenta el ego con el que salimos vestidos a a gritar, entre ruidos y vocinazos, que estamos vivos.