Hambre
17 – 09 – 2022
Hambre, hambre.
Me despierto y siento
las dentelladas que los efluvios de los sueños
han dejado en mi hambre.
Hambre de umbrías imposibles,
de inocencias olvidadas,
de extraviadas risas y miradas con mensaje.
Aún el ojo del cíclope sigue escondido en su cueva,
y los sueños esconden su presencia
envueltos entre ilusiones y los últimos sabores
de los besos que recuerdan.
Siento hambre y rabia, y un nudo en la garganta
donde mueren mis suspiros.
Sí, no me importa gritarlo,
y grabarlo en las gotas de rocío
donde, con pluma de oro, escriben los rayos del sol
lo efímero de nuestro endeble destino.
Estoy solo y siento hambre
del fantasma de una hembra,
de la sombra de don nadie,
de la presencia ilusoria de aquel otro
que me robó mi tesoro.
Siento hambre de las cosas,
de los cuerpos y las almas.
Siento hambre de existencia más allá de mi ventana.
Escucho y solo percibo el silencio.
Siento hambre y estoy despierto.
Mejor estaría dormido,
paseando entre los sueños
para aliviar mi condena.
Francisco Murcia